Ana Isabel empezó a interesarse desde pequeña por la historia. Lo que sus compañeros del colegio veían como una asignatura aburrida, a ella le parecía apasionante. Lo bueno es que la enseñanza ha cambiado: según nos dice, ya no es pura memorización. Ahora hay un esfuerzo real por entender las razones detrás de los hechos históricos, y se entiende la Historia como una ciencia en continuo estado de estudio. Eventualmente, y gracias al consejo de una profesora, decidió estudiarla profesionalmente. Algo a lo que le ha sacado mucho partido, y no sólo en la vida laboral. Le ha ayudado a comprender y discernir lo que le gusta y lo que no, e incluso a decorar su casa.
Respecto al mercado laboral, admite que puede ser complicado “pero no más que en otras disciplinas”. Hay numerosos sectores en los que especializarse. A ella le fascina la escultura y las “artes menores”: bordados, orfebrería, esmalte, etc… así que que no nos eche para atrás el miedo. Estudiar la Historia del Arte tiene sus propias ventajas, como comprender la sociedad más a fondo a partir de como se manifiesta en las obras de arte. A la hora de viajar, por ejemplo, se disfruta mucho más que el resto de las personas, ya que puedes ver cosas que ellos no. También permite identificar las similitudes entre períodos históricos. Por eso le da pena que los colegios reduzcan el número de horas destinadas a la Historia.
En su caso, ella acabó encontrando un taller de empleo destinados a personas de su especialidad, que tenía el objetivo final de formar una empresa destinada a actividades culturales y didácticas. Funcionó, y el grupo puso en marcha Oikos. Siendo un grupo formado enteramente por mujeres, es curioso que nunca se encontrasen ninguna resistencia en el camino debido al machismo, pero sí que su familia consideraba que iban a llevarse mal. “Siendo todas mujeres vais a estar tirándoos de los pelos”. No fue así: años más tarde siguen igual de bien que el primer día.