Sin embargo, la vida de Lorca no se limitó a su producción artística: tras mudarse a Granada con 11 años, empezó a estudiar piano, continuando durante su adolescencia, hasta el punto de que sus compañeros de universidad le conocían antes por su habilidad como músico que por sus capacidades de escritor. Esto cambió después de conocer a su profesor Martín Domínguez Berrueta, que le llevó junto a sus compañeros de viaje por España: su vena de escritor despertó, resultando en su primer libro, una recopilación de prosa.
Este gusanillo se intensificó en los siguientes años, gracias a, entre otras cosas, la decisión de Federico de continuar sus estudios en la Residencia de Estudiantes de Madrid a partir de 1919. Por esta institución pasaron gran número de figuras notables, no solo escritores e intelectuales como Dalí, Buñuel, o Alberti, sino también científicos como Einstein y Curie y el economista John Maynard Keynes, dándole oportunidad de ampliar su formación intelectual de un modo fuera de lo común.
En 1921 Lorca regresó a Granada y conoció al compositor Manuel de Falla. Su amistad, unida a la formación musical de Federico, les permitió iniciar varios proyectos en común, de los que surgirían varias operetas, obras, y sobre todo, el teatro de títeres de cachiporra y el cante jondo.
Cuatro años más tarde, viajó a Cadaqués, Cataluña, para pasar la Semana Santa en casa de Salvador Dalí, que como ya hemos dicho, conoció en la residencia. El encuentro resultó enormemente provechoso para ambos: impulsado por Dalí, Lorca comenzó a pintar, hasta el punto de que expuso oficialmente en las Galerías Dalmau de Barcelona. También quiso devolver el impulso, alentando a Dalí a escribir.En diciembre del mismo año se conmemoraron los 300 años de la muerte de Luís de Góngora en una reunión que supondría el origen de la llamada generación del 27. Lorca y los otros componentes del grupo verían como sus obras unían las corrientes vanguardistas con la poesía tradicional.
Lorca se había convertido ya en un escritor establecido. Gozaba de gran éxito tanto entre la crítica como entre el público, pero a él no acababa de agradarle la forma en que lo había logrado. Consideraba que su obra, que tanto bebía del folclore andaluz, le encasillaba como un costumbrista y un defensor de los gitanos. Esta visión del público se unió a la separación de su pareja Emilio Aladrén, pero el remate llegó con las críticas de Dalí y Luis Buñuel al Romancero Gitano. Tras intentar poner en marcha una revista de la que solo se publicaron dos números y escribir Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, que no estrenó por la censura de la dictadura de Primo de Rivera, Lorca vio la oportunidad de buscar pastos más verdes cuando Fernando de los Ríos le invitó a Nueva York en primavera de 1929. Acertó de pleno: llegó a describir la experiencia como una de las más útiles de su vida, recogiendo sus impresiones en lo que luego sería Poeta en Nueva York, que no se publicaría hasta 1940. Que le pareciese útil no significa que le gustase: la ciudad le pareció un lugar de alambre y muerte, sin raíces culturales profundas, racista y despiadado. Su recorrido por América continuó en La Habana, que le sirvió para descubrir la cultura y música cubanas. En junio de 1930 ya había vuelto a Madrid.
En 1931 España entraba en una nueva época con la inauguración de la Segunda República, y Lorca entraba en una nueva época de su vida. Como co-director de La Barraca, un grupo de teatro universitario, viajó en una gira por España representando obras del Siglo de Oro. En 1933, se estrenó Bodas de Sangre en Buenos Aires, con tal éxito que Lorca fue invitado, triunfando profesionalmente e independizándose económicamente. Dirigió las representaciones de la obra, escribió algunas más, como Mariana Pineda, y amplió su círculo de amistades con, entre otros, Pablo Neruda. Volvió a España en 1934, continuó con la Barraca y algunas obras más, visitó Valencia y Barcelona y viajó a Montevideo, Uruguay.
A medida que se acercaba el estallido de la Guerra Civil, Lorca recibió invitaciones de asilo de los embajadores de Colombia y México, sabedores de la inestabilidad política en España. Lorca las rechazó y se dirigió a la Huerta de San Vicente, casa de veraneo de su familia, para reunirse con ellos. Llegó el 14 de julio,tres días antes del golpe de estado. Viendo el desarrollo de los acontecimientos, se ocultó en casa de su amigo Luis Rosales, ya que dos de sus hermanos eran conocidos falangistas. El 16 de agosto la Guardia Civil le detuvo, y a las 4:45 de la madrugada del 18 de agosto fue fusilado en el camino entre Viznar a Alfacar, acusado, según un informe de 1965, de ser socialista, masón, amigo de Fernando de los Ríos y “practicante de homosexualismo y aberración”. Su cuerpo fue lanzado a una fosa común y nunca fue recuperado.
La pérdida de Lorca fue la pérdida de una de las mentes más brillantes de nuestro país, y de uno de los artistas más completos de la historia. La amplitud de su obra, y la tragedia de su vida, es algo que merece ser recordado