A Tomás Ordóñez no le convence el título de CEO. Dice que se identifica más con los Sheriffs, que al fin y al cabo son los que hacen un poco de todo y ponen paz y orden. Y es que en Desguace Solidario hay mucho que hacer. La plataforma empezó como una forma de dar de baja los vehículos al final de su vida útil, pero no ha tardado en crecer. Y es que Tomás y su equipo (¡porque el apoyo necesario en informática y publicidad no es pequeño!) saben que desprenderse de un coche, un auténtico almacén de recuerdos, puede ser duro, pero hasta los finales más tristes pueden ser nuevos comienzos.
Es por ello que cuando un coche deja de funcionar, uno puede registrarse en su plataforma con poco más que su DNI y la matrícula correspondiente. El desguace más cercano se localiza y se manda a la grúa para retirar el vehículo, a cambio de la baja definitiva y el certificado de destrucción. Entonces, el desguace dona el dinero ofrecido por el coche a un proyecto a elección del dueño. Estas donaciones se pueden desgravar a final de año, por lo que son de gran interés no sólo para los dueños sino para los propios desguaces que busquen dar a conocer su Responsabilidad Social Corporativa.
Prueba del gran funcionamiento del sistema es el crecimiento que ha experimentado Desguace Solidario: donde antes sólo les contactaban particulares, ahora cada vez más les llaman empresas. Y es que muchas cuentan con parque móvil, que debe renovarse. Está expansión no es sólo en número de clientes: ya están planeando cómo ampliar sus metas: de momento quieren crear una red des desguaces para compartir piezas allá donde falten.