Vivimos una realidad compleja en general, pero más en el mundo de las adicciones que, además son muy particulares; ningún caso es igual a otros y se suele vivir de forma oculta. El confinamiento ha dejado a la luz el problema de muchas personas: “por la experiencia que tenemos, estos meses se ha descubierto en familias situaciones de adicción, hasta entonces desconocidos”. Y es que, “antes, salían a la calle y se podía disimular”. Ahora, esos problemas quedan en evidencia: alcohol, droga, juego, sexo… Problemas que han sido una sorpresa para algunas de esas familias, “incluso para algunos de los afectados que no eran conscientes de sus dependencias”.
Desde Proyecto Hombre se sigue trabajando con ganas, “pero un poco desbordados”. El equipo es fuerte y “estamos haciendo lo posible para atender adecuadamente a todas las personas que nos llaman”.
“Intentamos con las adicciones anestesiar la realidad, de ahí que queramos tapar lo que no nos gusta con comportamientos de los que, una vez consolidados, atrapan”, resume Manuel Mingorance, que quiere mandar un mensaje de ánimo; “siempre se puede salir”. Reconoce que no es fácil, pero desde su responsabilidad, ha tenido la suerte de ver cómo el esfuerzo (y el apoyo del entorno) tiene su recompensa.
Médico y sacerdote, el director de Proyecto Hombre, no duda en reconocer que el camino es largo, pero “lo importante es que cada uno de nosotros cojamos las riendas de nuestra vida”. Sabe que “vendrán retos duros, pero hay que afrontarlos”.
Ese es uno de los mensajes que, en la conversación mantenida con Encarna Ximénez de Cisneros, en la que insiste que la institución sigue funcionando a pesar de la situación adversa: “Estamos aquí para echar una mano en lo que podamos, sólo hace falta motivación para querer salir. Entre todo, podemos ayudarnos”.
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